Llamamiento a la huelga estudiantil del 19-M

Bandera huelga

Desde el comienzo de la implantación del nuevo modelo educativo, tanto en el ámbito universitario (que empezó con el Plan Bolonia) como en el resto, ha crecido la movilización estudiantil. Muchos son los enfoques que se han dado a estas luchas y pocos los resultados a fin de cuentas. ¿Qué debemos esperar entonces de cada nueva convocatoria?

Nosotrxs tenemos claro que no van a ser las reformas las que mejoren un sistema educativo diseñado para imponer, además de un determinado modelo productivo, unos modelos de conducta y una forma de pensar determinadas por nuestro puesto en una sociedad jerarquizada. Una sociedad donde todxs tenemos un rol que asumir en favor de los intereses mercantiles de las grandes empresas y de los intereses geopolíticos de los diferentes estados.

Por ejemplo, claro que no es asumible para una familia trabajadora una subida de tasas universitarias, ni la denegación de becas imprescindibles para muchas de esas familias. Pero teniendo en cuenta lo anterior, ¿es eso lo que debemos pedir? Es más, ¿debemos seguir esperando algo de los que nos gobiernan? Mientras sea necesario encontrar un puesto de trabajo por cuenta ajena o hacerse autónomo para poder vivir, aquellxs que así lo decidan deberán aprovechar ciertas ayudas vengan de quien vengan. Pero si aspiramos a un cambio de verdad debemos intentar ganar terreno a la gestión ajena de nuestras vidas.

En lo que nos ocupa en este texto, lo educativo, se propone desde algunos de los colectivos estudiantiles más activos una gestión democrática de los centros de estudio. Pero eso no es para nada suficiente, no necesitamos más democracia si no es directa. Lo que necesitamos es que los colectivos implicados de forma directa en los centros de estudio (estudiantes, docentes y personal de servicios) sean los únicos en tener voz y voto a través de estructuras horizontales y asamblearias. Necesitamos que la educación deje de ser algo por lo que pagar y sea un espacio de formación integral y popular (que por cierto, lo público y estatal no siempre es popular).

Somos conscientes del gran trabajo que queda por delante hasta llegar a algo así pero sabemos como empezar, no se trata de esperar. Por supuesto que para ello tenemos que hacer un llamamiento al estudiantado y a toda la comunidad educativa no solo a secundar las huelgas, que no sirven de nada sin solidaridad, sino a buscar formas de organizarse contra los que han demostrado escaso interés en el bienestar del pueblo más allá de lo necesario para acallar la protesta.

Debemos darnos cuenta también que los planes de estudio están orientados a generar trabajadores útiles para las grandes empresas más a que a proporcionar una buena formación. Por ello debemos intentar crear proyectos permanentes y autogestionados que demuestren como se debe orientar un sistema educativo. Y debemos hacerlo tanto si somos estudiantes como si somos docentes, buscando la complicidad y la solidaridad casi perdida en la clase trabajadora.

Sabemos cómo empezar y también sabemos qué caminos no nos llevan al futuro que queremos. El camino de las delegaciones estudiantiles, que lejos de defender a los estudiantes sirven de colchón a un equipo de gobierno corrupto, no nos sirve. El camino de los partidos políticos; que acaban corruptos por su estructura vertical, personalismos, poderes enfrentados y por el hecho de ser estructuras opresoras; no nos sirve. El camino de los sindicatos que aceptan ser subvencionados por el estado, que han demostrado no defender a la clase a la que dicen pertenecer, no nos sirve. No solamente en lo estudiantil, necesitamos transformar la sociedad en su conjunto y eso no puede hacerse de la noche a la mañana. No puede hacerse de la mano de aquellxs que acaban por traicionarnos, de aquellxs que viven del estado o a nuestra costa. No puede hacerse diciendo a la sociedad como construir nada, sino prendiendo la mecha del inconformismo y de la responsabilidad necesarios para suplir con medios populares lo que ahora es administración estatal.

No es una crítica generalizada al sindicalismo pero éste, de existir, ha de ser de base. Un sindicalismo asambleario y basado en la acción directa, sin líderes, sin liberadxs sindicales y sin subvenciones. Y en el ámbito educativo debe agrupar a estudiantes, docentes y personal de servicios con el fin de eliminar las distancias que impiden una movilización efectiva que no se quede en lo vano o la reforma. Sino que consiga la organización que siente las bases de la autogestión irreversible de los centros de estudio, la autogestión de toda la sociedad que es lo único que de verdad puede acabar con la corrupción de la que tanto se hacen eco los salvapatrias de uno y otro signo.

Porque todo está por hacer,
¡Por la Anarquía!

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